Es la piedra angular que rige nuestro servicio, derivándose ésta, en la que damos al cliente, como el que por nuestra parte se espera de las prendas que tratamos en su proceso de restauración para la nueva reutilización por parte del usuario.
Es una constante el comprobar que hoy en día la calidad de las prendas es algo intrínseco al precio que se paga por ellas en el momento de su adquisición.
No siempre es así, en todos estos años (algo más de un cuarto de siglo) e visto como las calidades de las prendas tratadas, son las responsables de mis éxitos y de mis fracasos.
Existos en los que con los conocimientos aplicados en el servicio, resultan una pequeña ayuda para conseguir lo esperado por quien realiza el trabajo y por el cliente que así lo espera, dando en consecuencia una confianza y un prestigio para el profesional.
De esta manera es relativamente fácil poder trabajar y reconocer que no todo el merito del logro es debido al buen hacer.
En estos últimos tiempos (8 a 10 años) las calidades hacen mella en la obtención de los objetivos que se persiguen (los nuestros y los del consumidor) tanto a nivel profesional como a nivel domestico.
¿A quien no le ha sorprendido alguna vez y a nivel domestico, ver el resultado obtenido de una determinada prenda en el momento de sacarlo de la lavadora? Desteñidos, perdidas de color, merma de tonalidad, ecomgimiento… y que me dicen de, ¿las bolitas que aparecen en esas prendas que aparentaban confort y se las vendieron garantizándole sus cualidades y facilidad de mantenimiento?
Todas estas situaciones, trasladadas al terreno profesional, hacen que al tener una prenda en las manos, nos hagamos cientos de preguntas buscando las respuestas en las pruebas previas a las que se someten para prever los resultados que se obtendrían con los trabajos específicos y adecuados que durante años venimos aportando con un rotundo éxito, ya que la calidad actualmente cuesta de encontrar.
Cada vez se hace mas palpable la falta de calidad en la confección textil y eso lo veo cada día en el mostrador, con la paradoja de que éste tipo de prendas siempre se relacionan con altos precios de venta al publico, dando como resultado casos en los que surge el conflicto a la hora de explicar a un cliente que el daño producido en su prenda es debido a una falta de calidad y de que a pesar de la experiencia, ese caso era imposible de prever.
En consecuencia, esto hace que seamos cada día más previsores, que nuestro sexto sentido trabaje a pleno rendimiento, que seamos más escrupulosos y más cuidadosos en la toma de decisiones sobre la correcta manipulación de la prenda y que esta responda a las expectativas ya que en la gran mayoría de las veces, están basadas en la información que el fabricante aporta por medio del etiquetado.
Resumiendo, con tejidos, tintes y confecciones de calidad, conseguiremos servicios y resultados de calidad, pero ahora yo me pregunto, ¿a quien le podemos exigir el cumplimiento de esa calidad que se la supone? Por ahora solo la responsabilidad recae en el prestador del servicio. ¿Algo incompleto e injusto?